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viernes, 6 de julio de 2012

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Dread Mar I: "Hago música para todos, no para un gueto"

Entrevista. El creador de “Tú sin mí” Tras el éxito que lo llevó a llenar dos Luna Parks, edita “Transparente”, el disco donde sus aspiraciones espirituales y su nuevo estatus social entran en conflicto. El orgullo de ser el baladista del reggae que invade radios

ESTA ES UNA ENTREVISTA A DREAD MAR I HECHA POR EL CLARIN.COM

En la vida de Mariano Castro no todo es paz y amor. El cantante conocido como Dread Mar I contagia una calma casi zen al hablar. Pero cuando parece contestarle a un interlocutor imaginario, sus manos cortan el aire acompañadas de palabras filosas e inyectadas de bronca. El estallido del hitazo Tú sin mí en el verano de 2011 y la avalancha de popularidad que vino a continuación dejaron sus huellas: son las “barreras”, buenas o malas, a las que se refiere en la entrevista.
La salida de su nuevo CD, Transparente, activó una considerable expectativa más allá de las fronteras del reggae: hoy Dread Mar I es un artista todoterreno. Con todos sus dreadlocks embutidos en su tam, el gorro de rastaman que lo identifica, la nueva estrella de la canción romántica dispara: “Transparente suena como cualquier disco de pop nuevo que pongas: el audio es muy parecido. Y eso es porque escucho mucha música nueva, de todo tipo. No tengo un ‘sonido vintage’”.
Después de lo que pasó con tu disco anterior, “Vivien-do”, ¿volver a grabar fue un desafío?
No lo tomo de esa manera. Lo que pasó con Vivien-do, pasó. Y nos puso en cierto lugar: la gente nos eligió. Siendo independientes, cruzamos barreras que otras bandas no podían cruzar. Tú sin mí se volvió un súper hit, pero no me lo esperaba. En YouTube hay 30 millones de personas que vieron el video. Pero Vivien-do tenía 20 temas y Tú sin mí era la número 17. Sí me pasó algo personal cuando la escribí: sentí que había madurado como compositor. No era un tema rebuscado, armado; salió una canción muy fluida de principio a fin. Y eso me hizo dar cuenta de que era especial.
¿Cuándo supiste que la canción se te había ido de las manos?
Cuando la escuchaba en todos los autos que pasaban, en todos los locales a los que iba. O que, antes de entrar a un shopping, uno de seguridad me diga: “Che, ¿vos estás solo acá? Porque te van a volver loco. Toda la gente está escuchando tu canción”. Es lindo que reconozcan tu laburo, pero hay una barrera. Y cuando se la cruza, se vuelve bastante fuerte. Y hasta tedioso.
¿En qué sentido?
Bueno, ahora no estoy yendo más al cine como una persona anónima. Y sé que van a venir veinte a sacarse una foto. No lo dejo de hacer, porque, si no, me tengo que encerrar en mi casa. Y no es mi idea: soy callejero y no voy a dejar de salir. Pero me lo tengo que tomar así: “Ya sé que esto viene con lo otro”. Igual está buenísimo haber cruzado esa barrera siendo un músico independiente, porque muestra una experiencia: se puede; si laburás, las cosas se dan.
¿La autogestión es una elección o es algo que un día puede cambiar?
Es algo que se fue dando. A mí no me interesa llevar la bandera de “¡Ay, soy independiente, soy el más rebelde!”. Hoy puedo manejarme así, pero no sé, con más años encima, cuántas ganas voy a tener de hacer trámites o de llevar y traer cosas.
¿Cómo te llevás con el éxito?
Creo que uno tiene que pasar por todas las experiencias en la vida, para poder aprender. Ya sé lo que es no tener. ¿Por qué no voy a saber lo que es tener? “Ah, ahora te vendiste” ¿A quién? ¿A mí mismo?
¿Cuándo te dije que no iba a tener un Mercedes Benz? ¿Cuándo te dije que nunca anduve en una Estanciera? La gente se confunde mucho con eso. Bob Marley andaba en un BMW. Y decía que lo usaba porque el auto era un “Bob Marley & The Wailers”.
Si te cuentan que en el reproductor de MP3 de una adolescente o una universitaria un tema tuyo suena entre Coldplay y Diego Torres, ¿qué pensás?
¡Me encanta! Yo hago música para todos, no para un gueto. Hay muchos que se llaman reggaeros, pero si les preguntás quién es Max Romeo, no lo conocen. No tienen idea de que en Jamaica había un ritmo que se llamaba mento, que era muy parecido a la cumbia, del que después salieron el calipso, el reggae y el ska. Yo hago una canción que te entretenga, que te haga pensar en otra cosa, que te saque de tu rutina. A mí me encantan artistas que no son del género: Juan Gabriel, por ejemplo, me cautiva. ¿Y? ¿Cuál es el problema? Me gustan mucho el bolero, las canciones melódicas, las baladas.
¿Te considerás un baladista de reggae?
Sí, me gustan mis baladas. Me contaron que los Maná, cuando estuvieron en FM 100, antes de salir al aire, comentaron en el estudio: “Este Dread Mar I canta tan chido, no lo podemos creer”. Y eso me pone feliz: que te reconozca gente que llena estadios no es poca cosa.
Viniendo del reggae, el lugar que encontraste en el pop es similar al de los Pericos a fines de los ‘80.
Puede ser. Los Pericos tuvieron un despegue increíble. Estaban en todos lados, al punto de ser insoportable. Me pasó algo parecido: llegar a un lugar y que pongan Tú sin mí. Y pensar: “Basta…”. La gente lo hace para para agasajarte, pero no es necesario. Nunca hablé del tema con el Bahiano o con Juanchi Baleirón, pero con El ritual de la banana les habrá pasado lo mismo.
¿Por qué pensás que creció tanto la escena del reggae en la Argentina?
Se dio por muchas cosas. Quizá la gente empezó a escuchar mensajes nuevos, otra forma de cantar, un ritmo distinto o cool. Hacemos reggae tradicional, pero tiene algo de Argentina. Si bien Los Cafres están desde el principio, su disco Quién da más fue el que hizo que explote el reggae en el país. Nonpalidece, Resistencia Suburbana, Riddim y Mensajeros Reggae, con los que tuve la suerte de tocar, son bandas que vienen desde hace mucho. A principios de 2000, nos juntábamos todos en un lugar y metíamos doscientas personas.
¿Hubo solamente un recambio generacional o también una renovación estética?
El reggae está evolucionando todo el tiempo: siempre aparece algo nuevo, algo más moderno. En Jamaica, una banda de ahora suena como otra actual. No deja de ser reggae, pero puede estar cerca de Lady Gaga. Y el efecto colateral de eso nos llega a todos: yo escucho músicas nuevas y me vuelvo loco.
¿Te interesa la idea de evolución en la música?
Sí, ¡mal! Mirá, si hay algo que respeto de la obra de Spinetta es que en el ‘70 tocaba música del ‘70 y en el 2000, del 2000. Que el artista pueda evolucionar es algo invaluable. Porque si te quedás en el tiempo, las generaciones que vienen no te van a poder entender. El Flaco nunca dejó de ser él, pero Silver Sorgo lo podés escuchar al lado de un disco de Morcheeba. Por eso lo respeto y lo admiro tanto: es inmortal. ¡Guau, Flaco, qué grosso que sos!


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